La banca (parte 1) :::::::::
Texto : Chiq
Música suave. Aroma sutil. Luz tenue. Hambre voraz. Letras ansiosas por ser leídas. Labios deseosos de ser besados. Piel suave y blanca. Los nervios la humedecen y el viento frío la seca. Huele a calles empedradas, a noche y a espera. Las calles se cubren por una sombra callada, con lucecitas de árbol a lo lejos. Muy a lo lejos. La terminal de autobuses resulta desierta comparada con la plaza central. Las palomas han regresado a los enormes árboles y a las altas torres de la iglesia y del teatro. Un espejo espera sentado en una banca. Los restaurantes siguen llenos, la música es diversa, pero su sonido es inconfundible. Suenan como un enjambre las latas de cerveza al abrirse. Se cuentan historias exageradas, de conquistas irreales y de momentos que nunca lo fueron. Los callejones se vuelven más estrechos conforme avanza la noche. La gente camina sin rumbo y sin destino. La sierra los rodea y ni cuenta se dan. Un río de agua sucia corre junto a la banqueta, a lo largo de la calle principal. Los pequeños hoteles se visten de luces e intimidad. El pueblo parece surgir y se prepara para otro día más. El mercado abre sus puertas a los comerciantes que comienzan a llenarlo. Los perdidos se encuentran y los gritos se esconden. Las minas conservan aún sus riquezas y la tierra lo agradece. El sol está por salir. Las nubes se alejan y el frío con ellas.
Sigo en la terminal de autobuses, aguardando tu llegada para vivir junto a ti un día y una noche en este lugar, que lleva siglos esperándonos.
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